Al cumplirse el primer mes de los terremotos del 11 de mayo varios cientos de lorquinos se unieron en una cadena humana que se inició en el barrio de La Viña, la zona más castigada por los seísmos y se alargó por varias calles hacia el centro de la ciudad. Finalmente, todos los participantes, algo más del millar de personas, se trasladaron hasta la Plaza de España donde se guardó un minuto de silencio por las víctimas del seísmo. Donde mayor número de personas se dieron cita fue en el barrio de La Viña, en la conocida como 'Zona cero del terremoto'. Allí se pudo ver a familiares y amigos de algunos de los fallecidos durante el seísmo. En los momentos previos muchos relataban sus particulares historias y cómo, un mes después, las heridas continúan abiertas. Junto a los participantes solares vacíos, cuyas viviendas han sido demolidas en los últimos días. Ayer tarde, no se escuchaban las excavadoras que decidieron parar los derrumbes durante la convocatoria. No se logró el objetivo inicial, conseguir una cadena humana que uniera el barrio de La Viña con el de Apolonia, a través de la arteria principal de la ciudad, aunque en distintos puntos de ésta había cientos de personas que se dieron la mano durante unos instantes y que se abrazaron en lo que se convirtió en un emotivo acto en recuerdo de los fallecidos por el terremoto y sus familiares. Muchos viandantes, algunos de fuera de la ciudad, se sorprendían con la imagen y preguntaban, sumándose a ella rápidamente. Todos los participantes decidían al término de la iniciativa trasladarse hasta la Plaza de España donde otra convocatoria tenía previsto guardar un minuto de silencio a las puertas del Ayuntamiento. Cientos de personas acudieron, teniendo como testigo el reloj de la torre de la Colegiata de San Patricio que, como el resto de campanarios de las iglesias de la ciudad, se ha quedado mudo tras el terremoto. Aplausos al final del acto y reivindicaciones que llevaron a pedir que Lorca no quede en el olvido, que los lorquinos sigan estando presentes para todos, y que la ciudad cuente con ayuda suficiente para poder levantarse y volver a ser lo que era. Este mismo lugar acogió más tarde un encuentro de auroros de toda la Región que recorrieron las distintas iglesias con sus cánticos.
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