miércoles, 26 de septiembre de 2018

El Alcalde exige a la consejera de Salud que haga realidad el nuevo Centro de Salud en Huércal-Overa

El Alcalde de Huércal-Overa, Domingo Fernández y el concejal de Salud, Emilio Pérez, se reunieron ayer con la  consejera de Salud, Marina Álvarez en Sevilla. En el encuentro el  primer edil huercalense exigió  que se haga realidad  el proyecto del nuevo Centro de Salud en el municipio  que “se anunció a bombo y platillo en 2010 de cara a las elecciones municipales y para el que se cedió un terreno municipal, se ubicaron los paneles informativos en el mismo y todo quedó en eso. El estado del proyecto finalmente ha sido el mismo que el de esos paneles, dejar que se pierdan con el paso del tiempo”.
En la cita el Alcalde ha insistido “en que los compromisos están para cumplirlos, a fecha de hoy tenemos las buenas intenciones pero no existe proyecto definido ni presupuesto adjudicado para hacer realidad el nuevo Centro de Salud en Huércal-Overa, un centro tan necesario para los vecinos y para los propios trabajadores del mismo, ya que el actual  no cumple con las condiciones necesarias ni va acorde con el crecimiento del pueblo, quedándose pequeño y obsoleto”.
Fernández espera que desde la Consejería de Salud “se pongan ya a trabajar para plasmar sobre el papel el proyecto y para adjudicar el dinero necesario y este anuncio no quede en saco roto como la nueva sede judicial y tantos otros proyectos de la Junta de Andalucía en Huércal-Overa”
Cabe destacar que el Ayuntamiento de Huércal-Overa en época del anterior gobierno socialista, en 2010 cedió los terrenos para la construcción del nuevo Centro de Salud, desde entonces, pasados diez años nada, ni un movimiento de tierra ni un euro presupuestado para tal fin por parte de la Junta de Andalucía, “de hecho no había conocimiento en la Consejería del estado actual del que se encontraba el terreno ni si había revertido la titularidad, existía un gran desconocimiento, hasta el día de ayer  en el que nos reunimos con la Consejera”
Desde el Ayuntamiento “nos comprometemos a  dar todas las facilidades para que dicho compromiso se haga realidad lo antes posible. Y así hacer realidad esta demanda de nuestros vecinos y del pueblo de Huércal-Overa”.
El primer edil huercalense también trasladó “nuestra preocupación ante la reducción de especialidades y la falta de personal en el Hospital de la Inmaculada”, solicitando que “se acabe con esta situación de deterioro para que no sólo los huercalenses, sino también los 150.000 vecinos que abarca nuestro Hospital  (Comarca del Levante, Los Vélez y Almanzora) cuenten con los servicios de sanidad que se merecen”.
Fernández reitera el compromiso y la predisposición del Gobierno Municipal para “trabajar y colaborar conjuntamente con las distintas administraciones para que en Huércal-Overa se siga viviendo mejor”.

LOS SEPARATISTAS Y EL ALMIRANTE CERVERA


LOS SEPARATISTAS Y EL ALMIRANTE CERVERA
José María Manrique García.

No hace mucho, en marzo de este año, la alcaldesa de Barcelona determinó quitar la calle del “Almirante Cervera” y renombrarla “Pepe Rubianes”, el supuesto “humorista” que ofendió reiteradas veces a España. Constatamos que incluso una ministra de defensa “lució” una camiseta en la que se leía “Rubianes somos todos”  y participó en una manifestación con ese lema.

El cambio de calles se hizo oficial el 15 de abril. Mucha gente de buena fe pero poca información y, sin duda, pusieron el grito en el cielo porque se retirara el nombre de, para ellos, un gran héroe nacional. Otros menos se llenaron de santa indignación porque, una vez más, el poder central, artículo 155 de la Constitución por medio, permitiera por millonésima vez agravios a España. Pero casi ninguno comentó la realidad histórica de que el almirante Cervera apoyó la causa de los secesionistas cubanos llevando premeditadamente la escuadra a una catástrofe, además de producir a España una de las mayores heridas de su dura y larga historia.

La Traición de 1898.
A primeros de julio de hace 120 años tuvieron lugar las derrotas de Santiago de Cuba y de Cavite en Filipinas, causadas por motivos espurios hábilmente ocultado a los españoles  como demuestro sobradamente en mi libro “Los Misterios del 98. El inexplicado fin del imperio español”.

Puede afirmarse que la “Catástrofe del 98” es la culminación de un siglo XIX, en el que España fue, en grandísima medida, un “protectorado inglés”. Y, en ese contexto, el año 1898 es el culmen de los ataques a las Españas, el nombramiento de Wellington como Generalísimo de los Ejércitos Españoles, la pérdida de los virreinatos (que no colonias), la colonización de nuestros recursos mineros, agrícolas, crediticios y de transporte, las guerras civiles carlistas e incluso las revoluciones, pues en todos ellos estuvo la mano de Gran Bretaña, bien abiertamente con las armas, a través de sus embajadores y banqueros, y desde las logias masónicas. También la actuación inglesa fue determinante en “la Catástrofe del 98”, dentro de un decidido apoyo a Usa diplomático, logístico y de información; mientras que a España le proporcionó armamento en mal estado o demoró la entrega de buques de guerra ya pagados, dificultó el paso por Suez a la escuadra española de reserva, interfirió nuestras telecomunicaciones por cable submarino, desmanteló nuestras redes de espías en Canadá, vetó el carboneo de nuestros barcos y la guerra de corso, intervino demoledoramente en contra nuestra en las negociaciones del tratado de paz, etc.

La Catástrofe del 98 se puede explicar por la la anulación de la fabricación del submarino Peral, por nuestros políticos del momento, subordinados a los servicios de inteligencia inglés y yanqui. El submarino era entonces un arma pionera y formidable. Tampoco se entiende sin el magnicidio de Cánovas, presidente del gobierno español. La Reina Regente encomendó,  innecesaria y extrañamente, el gobierno a Sagasta, jefe del partido político de la oposición; además transmitió, apenas veladamente y en una entrevista secreta al embajador norteamericano Woodforod (Alfonso XIII y la crisis de la Restauración, de Carlos Seco Serrano), que le interesaba más el trono que Cuba, Filipinas y Puerto Rico.

No podemos olvidar la importancia de la masonería inglesa y y de la francesa, que velaban por sus intereses nacionales, y a las que estaban supeditadas las logias españolas. La mayoría de los políticos españoles y  de los altos mandos españoles eran masones y obedientes a las logias, y por ello fueron premiados.

El nuevo presidente de gobierno Sagasta, en este contexto, maniobró para que las escuadras de Filipinas y Cuba fingieran un combate desastroso con el menor número de bajas posible, para que así los capitanes generales respectivos “se vieran obligados a firmar la paz” y su gobierno liquidar el “problema” sin grandes pérdidas de poder político.
La elección de Cervera como almirante de la flota fue errónea, porque le faltaba experiencia marinera, y demostró durante todo su mando que era un pesimista, falto de empuje y de valor.
Las escuadras de Montojo y Cervera, en la práctica, se suicidaron. La de Montojo no se acogió a la protección del malecón y artillería de Manila;  y tras la primera fase del combate mandó los barcos retirarse con la orden de irse a pique si volvían a ser atacados. Cervera se encerró y se dejó bloquear en la bahía de Santiago de Cuba, perdiendo toda iniciativa. Sin embargo, una vez bloqueado en vez de defender Santiago de Cuba con toda su artillería y hombres, que eran muchos, recibió la inexplicable orden de salir a mar abierto con la intención imposible de huir en vez de combatir. Salieron, como borregos al matadero, nada  más que para buscar varar en la costa, para salvar las vidas de los marineros, y el crucero Colón claramente “abrió grifos” después de rendirse al enemigo del cual ya se estaba zafando. La derrota mereció desgarradas coplas y chascarrillos, tanto en España como entre los españoles cubanos.

Es un bulo para disimular estas vergonzosas derrotas la inferioridad marinera y artillera de los navíos de guerra españoles. La lógica de la táctica naval recomendaba que primero salieran los barcos ligeros para distraer y dispersar la atención enemiga, y después los pesados para dar la batalla con sus cañones, concentrando el fuego sobre una parte de la flota enemiga.

Por otro lado, la escuadra de reserva del Almirante Cámara iba a dar un contragolpe, de efectos asegurados, para levantar el bloqueo de la escuadra de Cervera en Santiago de Cuba e impedir el desembarco yanqui, salió tarde del puerto de Cádiz por orden del gobierno, siguiendo instrucciones del gobierno británico, y además tenía la orden del no combatir.

Conclusiones.
La pérdida de las escuadras sentenció la guerra y produjo una depresión nacional. Curiosamente Cervera no solamente no fue castigado por su impericia, sino que fue ascendido y designado Ministro de Marina. Todo un despropósito.

Es indudable que hubo un fallo muy grave de lealtades, en políticos y militares (fides militum), porque no fueron leales a España, ni a sus subordinados, que sacrificaron inútilmente por intereses bastardos. Un antecedente fue la sublevación de Riego, siguiendo órdenes masónicas, con el ejército que se había organizado en Andalucía para pasar a Ultramar y luchar contra los criollos separatista en los virreinatos de América.

La dominación yanqui fue mucho más despótica y cruenta que la española. Los yanquis reconocen que mataron a más de un millón de filipinos en una dura represión, después de la salida de España de este archipiélago. Tiene cierto paralelismo con los saharauis que rechazaron la presencia española en el Sahara para sufrir, a continuación, una cruel guerra  y ser expulsados de sus tierras por Marruecos.