miércoles, 5 de septiembre de 2018

EL INICIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA


Salvador Fontenla Ballesta

Napoleón tenía la intención de anexionar España a su Imperio, aprovechando la decadente dinastía borbónica hispánica. El infante Fernando trataba de derrocar, para suplantarlo, a su padre, el rey Carlos IV, para lo que lideró el motín de Aranjuez (marzo 1808). Divergencias, entre padre e hijo, que el emperador francés estimuló. Mientras que ellos buscaron, cual lacayos, el favor imperial de Napoleón, y para ello no dudaron en abandonar España, para pleitesía al emperador francés.
Francia, mientras tanto, había ido introduciendo, de forma progresiva, ingentes fuerzas militares en la Península, con falsas excusas, sin autorización legal, pero con el consentimiento cobarde de los reyes españoles.
La presencia de tropas extranjeras en las ciudades peninsulares provocó el recelo de los españoles, y su comportamiento abusivo, como fuerzas invasoras y no aliadas, dieron lugar a incidentes, durante el mes de abril de 1808, con las poblaciones de Madrid, Toledo, Burgos y otras ciudades.

Es conocido que el intento de impedir, por el pueblo madrileño, que el resto de la familia real fuera sacada de España y trasladada a Francia, provocó la sangrienta jornada del Dos de Mayo de Madrid. Reprimida de forma expeditiva, indiscriminada y cruel por las tropas francesas.
Las autoridades españolas, representadas por la Junta de Gobierno (ante la ausencia de los reyes) y por el Capitán General, dieron órdenes, en la mañana de ese Dos de Mayo, para evitar un enfrentamiento con los franceses, que las tropas se mantuvieran quietas en sus cuarteles, hasta nueva disposición. El Capitán Velarde, que conspiraba contra los franceses, comunicó este proyecto al Ministro de la Guerra, que no solo no lo aprobó, sino que informó a los franceses, que tomaron las correspondientes medidas preventivas.
Los capitanes Daoiz, Velarde y el teniente Ruiz, se hicieron fuertes en el parque de artillería de Monteleón, después de vencer sus dudas morales de declararse en rebeldía contra la dispuesto por las autoridades gubernamentales y militares. Los tres militares murieron en los combates en defensa del parque, o a resultas de las heridas recibidas en los mismos.
Sin embargo, el rey Carlos IV por real decreto, firmado en Bayona el 4 de mayo, nombró como lugarteniente general del Reino y presidente de la Junta General de Gobierno, al mariscal Murat, jefe de las fuerzas francesas en la Península y principal responsable de la represión, a sangre y fuego, del pueblo de Madrid del Dos de Mayo. Increíble, pero cierto.
La insurrección general comenzó en Cartagena, el 20 de mayo, al conocerse la renuncia de los reyes españoles a favor de Napoleón. La marina y los regimientos de la guarnición de Cartagena se alzaron en armas, a pesar de la oposición del capitán general del departamento, dependiente de mariscal Murat. Murcia y Valencia, con sus respectivas guarniciones, declararon la guerra a Francia el día 23, a pesar de las reticencias del capitán general. Zaragoza lo hizo al día siguiente, con el arresto del capitán general, y este movimiento armado se extendió rápidamente a Castilla, Navarra y Castilla la Vieja.
Oviedo declaró la guerra a Francia, el día 25 de mayo. Un escuadrón fue enviado para sofocar esta rebelión popular, pero se adhirió a la misma, y un batallón del regimiento Hibernia enviado desde Bilbao para reprimirla, se sumó también al alzamiento. La guerra estaba servida, y así se extendió al resto de España como un reguero de pólvora, con la participación activa de fuerzas del Ejército y de la Armada, destituyendo fulminantemente a las autoridades oficiales que se opusieron o que se mostraron indecisas.

Fides Militum.
España entera reconoció sus fides militum (la fidelidad de los soldados) porque en defensa de España y del pueblo español, antepusieron su deber y el sacrificio de sus vidas, sobre los intereses espurios de muchos gobernantes de la época.
La Regencia para perpetuar la memoria de de los capitanes Daoiz y Velarde, dispuso, entre otras cosas:
-          Que ambos nombres se escribiesen con letras mayúsculas a la cabeza de los capitanes, en la escala del Cuerpo.
-          Que se erigiera un sencillo aunque majestuoso monumento militar frente a la puerta del Colegio del Cuerpo de Artillería, en cuyo pedestal se leyeran sus nombres.
-          Que todos los años se hiciera un elogio de aquellos capitanes ante los caballeros cadetes, a fin de estimularles a imitar su ejemplo.

Efectivamente sus nombres encabezaron los escalones de los capitanes de la Artillería española, hasta el año 1987, en el que el gobierno del PSOE ordenó retirarlos, sin que ningún gobierno posterior haya rectificado esta inexplicable afrenta.
El monumento tardó un siglo en erigirse, frente al Alcázar de Segovia, antigua academia de artillería y donde estuvieron como cadetes los heroicos capitanes.
Todos los dos de mayo, desde entonces, los cadetes de Artillería y en todas sus unidades, se hace un elogio de los capitanes Daoiz y Velarde.
Un monumento en homenaje a los caídos en el alzamiento del Dos de Mayo en Madrid, está levantado en la Plaza de la Lealtad (Fides Militum). Contiene un sarcófago con cenizas de caídos en ese día y con los nombres de los citados capitanes. Se inauguró en el año 1840, y se volvió a dedicar, en 1985, para todos los caídos por España, en todos los tiempos.
El teniente Ruiz tiene un monumento en la plaza del Rey de Madrid, y un busto en la plaza que tiene su nombre en Ceuta, su ciudad natal.




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