Como cual Sherlock en una investigación , así se debe de pasear, descubrir, investigar he ilusionarse con el país vecino, Marruecos, siendo este país una “droga” para quien lo descubre de verdad, y con descubrirlo de verdad, me refiero a no quedarse en la superficie del país, sino que hay que involucrase en ver y entender sus tradiciones y cultura, dejándose llevar por los rincones menos visitados y por la infinidad de situaciones que para algunos resultan excesivamente extrañas y a veces no las comprenden, de ahí, la necesidad de viajar a esos rincones con la mente despejada y sin cargas de ningún tipo impuestas por nuestra cultura “occidental”, empapándose de la idiosincrasia de las personas que viven en él.
Marruecos se dejara conocer a través de todo y de todos, solo hay que estar ahí, y querer oler, oír, y ver todo lo que se nos presente. Oyendo su música, sus sonidos, y el alboroto de sus conversaciones, así como el cante de los hombres que trasladan a un difunto hacia la mezquita o cementerio, cantos los cuales me hipnotizaron como sirenas en el mar.
Oliendo todos y cada uno de los olores del país, desde sus espectaculares comidas hasta las pozas de los curtidores, todos forman parte de las tradiciones milenarias.
Viendo los multitudinarios colores de sus telas, especias, tintes, frutas y verduras, y así un sin fin de cosas coloridas, observando los rostros de sus gentes, unos rostros curtidos, expresivos y contadores de historias escritas en los surcos de sus arrugas, pero lo más importante son las personas que componen el país.
Por todo esto la necesidad de convertirnos en Sherlock Holmes, para investigar y conocer a la vez que dejarnos investigar he imbuir por el Marruecos menos conocido.
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