viernes, 14 de diciembre de 2018

Paradojas de las fidelidades.


Paradojas de las fidelidades.
Fernando Álvarez de Lara

Los medios de comunicación social han difundido que más de 1000 militares retirados firmaron un escrito (que no manifiesto) defendiendo la figura histórica de Franco, como militar y como generalísimo de los ejércitos de España.

Acción que no le ha gustado nada al gobierno del PSOE, porque está tratando con tanto celo y rapidez de sancionar a militares en la reserva, sujetos todavía a la jurisdicción militar y que se adhirieron al citado comunicado. Es una grotesca y esquizofrénica paradoja porque un gobierno del PSOE condecoró a los oficiales de la UMD, separados del servicio, por un delito muchísimo más grave como fue tratar de dar un golpe de estado, a imitación del golpe comunista de los capitanes del 25 de Abril de Portugal, cuando España estaba al borde de entrar en guerra con Marruecos.

La intención primera del ministerio, parece ser, fue imputarles la falta de exaltación de l Generalísimo Francisco Franco, pero pasado el primer improvisado ímpetu y viendo que legalmente no es posible, parece ser que se decantan por el de quebrantamiento de la neutralidad política, lo cual es más que dudoso, porque el escrito solo hace constar un hecho real, y no entra en valoraciones, sino que por un principio de lealtad al antiguo jefe, que ya no puede defenderse, y que además tiene la consideración oficial de héroe, por estar en posesión dos Medallas Militares Individuales y de la Cruz Laureada de San Fernando, como jefe de ejército vencedor.

Otra paradoja es que solo hayan “empapelado” a los oficiales en la reserva, y no a varios generales también firmantes y en la misma situación legal de reserva, que habrían cometido la mismísima falta. Prueba de ello es que, en principio, fue un teniente general del ministerio de la defensa el que empezó a citar y tomar las primeras declaraciones, porque si no hubiera sido suficiente un oficial de menor rango.

Si el escrito hubiera sido redactado por militares de rango inferior, y no por generales, es indudable, y lógico, que el número de firmantes hubiera sido muchos menor. Pero el prestigio y la ascendencia moral de los generales participantes, autenticas referencias éticas, especialmente los que también están en la reserva, ha ido una fuerte motivación y estímulo para que otros oficiales, en la misma situación, se sumasen a la propuesta. Sería extraordinariamente inconcebible que un capitán hiciera un motín con su compañía, se castigara a esta y a su jefe ni siquiera se le molestase.

La lealtad debe ser ascendente y descendente, y en consecuencia los generales que en la reserva han firmado (algunos verdaderos príncipes de la milicia) deberían dar un paso al frente y presentarse a la ministro de Defensa y autoinculparse. Se lo debe exigir su propio honor y espíritu, y el prestigio de la institución, antes que lo mancille civiles metidos a aprendices de brujo.





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