HISTORIA DE UN VIERNES SANTO
Amanece, Viernes Santo y el Negro mira hacia el Cielo. Va a morir Cristo, y el suelo pide lágrimas de lluvia que aprietan el corazón del hombre que dedicó un año entero a la espera, que aunó esfuerzo con Hermanos para hacer Grande este Día, para rendir pleitesía al Cristo Muerto en la calle, y acompañar a María en sus Dolores de Madre. El plomo del Cielo acecha y el trueno vuelve a clamar “El Hijo del Padre ha muerto y yo lo quiero llorar” Y es cuando el Negro se hinca de rodillas en el suelo, reconoce que es un hombre y que se siente pequeño y le pide fuerza al Cielo: “Azul Eterno, contente, dame la oportunidad de poderle demostrar que soy un buen penitente” Y el Cielo aguanta su pena y vuelve a proyectar colores tímidos rayos de sol, seis de la tarde y…tambores. Diez de la noche y el Cielo y el hombre, rotos de pena, lucen negro terciopelo con la tristeza serena iluminada por cirios, Y en el alma, ahogado el llanto, en mi pueblo, fuego y luces: Paso Negro, Viernes Santo, Siete Dagas…Cinco Cruces.
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